10.17.2011

Experimentación con oxitocina: Logran mejorar el contacto afectivo de los niños autistas con la hormona del apego

El Mercurio, Sábado 15 de Octubre del 2011

Es conocida como la hormona del amor, de los afectos o del apego entre una madre y su recién nacido. Esta es la forma coloquial de referirse a la llamada oxitocina, sustancia que se produce en el cerebro y que crea todas las condiciones para que los seres humanos entren en sintonía unos con otros, permitiendo la creación de lazos interpersonales y cohesionando la sociedad en que vivimos.



Su rol es tan importante, que algunos investigadores creen que este pegamento social producido por ella es el que ha permitido al hombre ocupar un lugar privilegiado en la evolución.


Ahora, la ciencia ha sorprendido con una innovadora utilización de la oxitocina: aplicarla como spray nasal a los niños autistas, para que logren superar los problemas que tienen para socializar y comunicarse, que son característicos de este trastorno.


Puerta de esperanza


Estos menores, que son mayoritariamente varones en una proporción de 4:1 respecto de las niñas, por ejemplo, no pueden mantener contacto visual con otras personas y les cuesta leer las emociones en los demás.


Así lo explica el neurocientista Larry Young, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory, quien la semana pasada dictó una charla sobre este tema, con motivo de la entrega de los premios Nobel 2011.


El doctor Young ha trabajado largo tiempo con ratones de campo y el efecto de la oxitocina en su sociabilidad. Así pudo observar que cuando estos animales habitan en las montañas son más solitarios y promiscuos, en comparación con los que viven en las praderas que desarrollan fuertes lazos sociales entre madres y crías, al igual que entre parejas. Con estudios de imágenes cerebrales encontró que en estos dos grupos de animales, la oxitocina actúa en distintos lugares del sistema nervioso, lo que explica los diferentes comportamientos. Este fue el inicio del camino, que lo llevó finalmente a experimentar con niños, con resultados promisorios.


Esto es algo que ha abierto una puerta de esperanza para estos niños y sus padres. En las primeras pruebas experimentales, se ha visto que los niños que reciben esta hormona se muestran más confiados, hacen contacto visual y recuerdan con más facilidad los rostros familiares que ven a menudo. Esto es un gran progreso para un trastorno que aparece alrededor de los tres años de edad y que es difícil de tratar, aunque su pronóstico ha mejorado en los últimos años.


"Al dar oxitocina se reduce el miedo que producen ciertas situaciones, ya que se disminuye la respuesta emocional que se genera en la amígdala cerebral", explica el neurobiólogo Francisco Aboitiz, director del Centro de Neurociencias de la Universidad Católica. Este efecto, según explica, es lo que permite reducir el estrés que se produce en la interacción social, lo que facilita la creación de lazos de cooperación duraderos.


El problema hasta ahora es que el efecto del spray de oxitocina dura unos 45 minutos, después de lo cual se debilita. La idea es ahora crear un medicamento más eficaz sobre la base de esta sustancia, la que unida a una terapia conductista pueda mejorar el aprendizaje social de las personas con autismo.


Para Aboitiz, la alternativa de modificar la estructura de esta hormona para que su efecto dure más es algo difícil. "Yo creo que es más factible buscar una nueva vía de acceso para esta sustancia", dice.


Como sea, todo apunta a que la oxitocina representa una nueva arma para una serie de trastornos que hasta ahora tenían pocas posibilidades terapéuticas.


''Las emociones que experimentamos los humanos son tan ricas, que nos cuesta imaginar que sólo son una serie de eventos químicos".


DR. LARRY YOUNG, U. DE EMORY, ATLANTA, EE.UU.