6.28.2011

La genialidad está en la perseverancia

Nuevos estudios confirman que ni el talento ni los genes bastan para alcanzar el éxito: la clave es intentar una y otra vez. Una nueva fórmula, basada en la capacidad para seguir en carrera, podría dejar obsoletas las pruebas de coeficiente intelectual.


por Ricardo Acevedo Zalaquett

Todo parecía estar en contra. Con el peso de su reciente fracaso matrimonial, una hija a quien cuidar y los escasos ingresos que obtenía de su pensión estatal, J.K. Rowling había decidido que la única forma de superar el trance era logrando algo importante. Era el año 1994 y, apenas la pequeña Jessica se quedaba dormida, Rowling se dirigía hasta el café más cercano para escribir, día tras día, las historias del joven mago que años más tarde la convertirían en una mujer mas rica que la propia Reina de Inglaterra. El resto es historia conocida.

¿Qué tienen en común la creación de Harry Potter con la lucha del Rey Jorge VI por vencer su tartamudez, como muestra el galardonado filme El discurso del Rey? Todavía más, ¿qué tienen en común la obra musical de Mozart con el trabajo de científicos como Albert Einstein o Isaac Newton? La clave no es otra que la perseverancia. Así lo demuestran los últimos estudios que confirman, de manera definitiva, que el secreto tras el éxito no son los genes ni el talento. En otras palabras que el talento se hace, no nace.

Cambio de enfoque
Si durante décadas los investigadores plantearon que la mejor forma de descubrir un talento era midiendo el coeficiente intelectual de la persona y sus "habilidades cognitivas", hoy la tendencia es enfocarse en características de la personalidad como el autocontrol, la motivación y la capacidad para mantenerse enfocados en una tarea específica en el largo plazo. Esfuerzos que hoy apuntan a "inocular" esta capacidad en las escuelas: la meta es dar origen a una generación de niños "perseverantes" capaces de alcanzar sus metas y, en última instancia, desarrollar su propia "genialidad".

Uno de los trabajos que ayudó a desarrollar este nuevo enfoque fue el de la sicóloga de la Universidad de Stanford, Carol S. Dweck. Como parte de un experimento, tomaron a cientos de niños de educación básica de 12 escuelas en Nueva York, a los que dividieron en dos grupos. Todos debían tomar el test de coeficiente intelectual, pero mientras un grupo era premiado por su inteligencia, el otro recibía incentivos por su esfuerzo en la prueba.

Resultó que los últimos mostraban trabajar con más empeño en resolver los puzzles que presentan estos tests, mientras que el grupo de "los inteligentes" se rendía con más prontitud. Finalmente todos fueron sometidos a una nueva prueba, con el mismo nivel de dificultad. El grupo de los "esforzados" mejoró su rendimiento en 30%, mientras que "los inteligentes", cayeron en 20%. ¿La clave? En su informe los sicólogos concluyen que no fue otra que "la confianza de saber que su esfuerzo podía conducirlos al éxito". Dicho de otro modo, la motivación y la perseverancia fue más validada por sus profesores que el talento.


Además de una buena motivación, los últimos estudios sicológicos apuntan también a factores de personalidad que llevarían a ciertos individuos a persistir más que otros en una tarea. Angela Duckworth, sicóloga de la Universidad de Pensilvania, realizó un experimento con 190 participantes en una competencia nacional de deletreo de palabras muy popular en Estados Unidos. Buscaba descubrir qué rasgos presentaban los ganadores.

Las conclusiones no sólo comprueban que quienes más practicaban lograban las mejores posiciones -como era de esperar en esta prueba-, sino que las entrevistas demostraron que entre los ganadores se presentaba una característica en común: firmeza de carácter, persistencia y autocontrol. Ellos tendían a obsesionarse más con alcanzar una meta y se focalizaban en llegar a ella. Claro está que todos, sin excepción, evaluaban el período de práctica como el más aburrido del proceso, sin embargo aquellos que compartían estos rasgos practicaban más y más a medida que comenzaban a apreciar los logros.

Nuevo test
Pero una de las consecuencias colaterales de este estudio fue también comprobar la inutilidad de los tests de coeficiente intelectual para predecir el éxito, asegura Duckworth. Estas pruebas pueden medir la máxima capacidad de desempeño de una persona, pero al igual que ocurre con el deletreo de palabras, para alcanzar el éxito se requiere lo que se denomina "práctica deliberada", ejercicio persistente en el tiempo.

Un ejemplo muy usado por los sicólogos para reforzar el punto es el de Isaac Newton. La historia dice que en el año 1666, de manera súbita y al ver caer una manzana, el físico y matemático inglés desarrolló el concepto de la gravitación universal. Pero la realidad tiene mucho menos de poesía y mucho más de persistencia. Newton escribió cientos de volúmenes estudiando desde los movimiento de los cuerpos celestes hasta la mecánica clásica. Fue así que su teoría fue publicada décadas más tarde, en el año 1687 cuando sale a luz Principia.

Todas estas nuevas conclusiones se suman a las investigaciones de Anders Ericsson, el científico que estableció que para alcanzar la genialidad se necesitan 10.000 horas de práctica y cuyos estudios fueron dados a conocer en libros como El código del talento", de Daniel Coyle y Blink, de Malcolm Gladwell.

Angela Duckworth cuenta que diseñó un nuevo test. Con preguntas del tipo "me distraigo de lo que estoy emprendiendo con nuevas ideas o proyectos o "he estado obsesionado con ideas y proyectos, pero luego pierdo interés", podría ser usado para reemplazar las pruebas de coeficiente intelectual y descubrir así al Newton que todos llevamos dentro.



(Tendencias, La Tercera.cl)‏

6.24.2011

Barbara Strauch y su best seller "La vida secreta del cerebro adulto":

El renacer del cerebro a los 50



Dice que la crisis de la mediana edad es un mito, que entre los 40 y los 60 las personas se vuelven más felices y su cerebro es, en muchos aspectos, más eficiente que el de los jóvenes. "Reconoce más fácilmente los patrones, entiende mejor las situaciones, argumenta y soluciona los problemas más rápidamente y mejor", explica la estadounidense Barbara Strauch en su nuevo libro.
Por Daniela Mohor W. Hace un tiempo, Barbara Strauch, editora de las páginas de ciencia y medicina de The New York Times, entró a internet para comprar en línea un libro para su club de lectura. Pidió "El Alquimista", de Paulo Coelho. Una semana después, durante un tiempo muerto en su oficina, pensó: "Debiera comprar el libro para el club de lectura". Fue nuevamente a una librería online y compró una vez más "El Alquimista".




Días más tarde, mientras trotaba en un parque se dio cuenta de que había pedido el libro equivocado. Regresó a su casa y revisó sus mails: efectivamente lo que tenía que leer era "El Archivista", de Martha Cooley.



"Había pedido el libro equivocado, dos veces", escribe esta destacada periodista que se acerca a los 60 años en las primeras páginas de su nuevo libro "The Secret Life of the Grown up Brain" (La vida secreta del cerebro adulto), que se publicó en febrero pasado en Estados Unidos.

El día de la reunión del club, Strauch compartió lo que le había pasado con un compañero neurólogo. Éste se rió y le confesó que él sin darse cuenta había comprado una copia de "El Alienista", de Caleb Carr.


Concluye Strauch en "The Secret Life..."

-Aquí tienen: Dos cerebros de mediana edad y tres libros equivocados.

La anécdota puede parecer divertida. Pero para Strauch y muchas de las personas de su generación resulta más bien aterradora. Olvidos de nombres, momentos de vacío mental, una mayor tendencia a distraerse y perder el hilo de lo que se estaba haciendo, fallas en la memoria, son eventos que empiezan a multiplicarse a partir de los 40, cuando el cerebro ya alcanza la madurez. Mientras escribía su primer libro, el bestseller "Primal Teen", sobre el cerebro adolescente, Strauch se encontró con muchos coetáneos que compartían su preocupación por lo que estaba ocurriendo con su mente y decidió interesarse más de cerca al tema.




-Después de escribir mi primer libro, me invitaron mucho a dar charlas, se me acercaba gente de mediana edad y me decían: "Debería escribir sobre mi cerebro". Estaban preocupados, porque repentinamente ya no podían recordar nombres. Todos olvidamos cosas, los adolescentes también, pero tienden a olvidar cosas que no quieren recordar, y cuando uno alcanza la mediana edad, uno olvida cosas que quiere recordar: ¿Cómo se llamaba esa película que me gustó tanto? ¿Ya leí ese libro? Esas cosas me empezaron a pasar a mí también y es preocupante -dice la autora por teléfono, desde su oficina en Nueva York.



Algo, sin embargo, no le cuadraba: al mismo tiempo en que veía ese declive, notaba que muchas de las personas de su edad estaban viviendo el mejor momento de su carrera o eran capaces de lidiar exitosamente con múltiples responsabilidades tanto en lo personal como en lo profesional. Tras entrevistar a los mejores investigadores de neurociencia y revisar numerosos estudios encontró una respuesta a ese fenómeno: a diferencia de lo que se pensó durante mucho tiempo, el cerebro de la mediana edad se sigue desarrollando y tiene talentos insospechados.



-En la mediana edad hay un declive real, porque perdemos algunas conexiones, algunos neurotransmisores que son los químicos del cerebro que nos ayudan a pensar. Pero también tenemos todo un sistema de red construido. La mielina aumenta en la mediana edad ayudando a que las células cerebrales funcionen más rápido. Por lo tanto, en esta etapa, si uno está saludable, tiene una mente muy potente.



¿Qué pasó ayer?

¿Le ha ocurrido que sube al segundo piso de su casa y una vez ahí no recuerda a qué iba? ¿Ha notado que para recordar las cosas necesita hacer más listas? Ese es el tipo de cosas que tienden a pasar en la mediana edad. La buena noticia, explica Strauch, es que durante mucho tiempo los científicos pensaron que ocurría porque, al envejecer el cerebro después de los cuarenta, perdía el 30 por ciento de sus células. El desarrollo de nuevas tecnologías ha demostrado que sólo se pierden algunas ramificaciones de las células y no más de un dos por ciento por década. A medida que uno envejece, el cerebro puede caer en una especie de "default mode" y desconcentrarse. Esa tendencia a la distracción aumenta con la edad, porque se pierden neurotransmisores, como la dopamina, que ayudan a mantenernos alertas.
La memoria a corto plazo y la memoria episódica (dónde pasé la Navidad el año pasado) también se afectan. Asimismo, el cerebro de las que tienen 40 tiene una velocidad de procesamiento inferior a las de 20. Por otro lado, las conexiones también se debilitan con la edad. De ahí el incómodo problema con los nombres, por ejemplo.



Strauch dice que desde el punto de vista evolutivo, la tarea de recordar nombres no era tan importante como los talentos faciales y visuales que le permitían al hombre saber si venía una tormenta o recordar dónde había plantado algún vegetal necesario para su subsistencia.

-El cerebro es muy bueno para esas habilidades primitivas, pero recordar los nombres de quienes fueron a un cóctel es una tarea moderna, entonces cuando el cerebro empieza a decaer, esas nuevas tareas son las primeras en partir.
También hay algo de evolutivo en el problema de la distracción. El córtex frontal, explica Strauch, es la parte que se ubica justo detrás de la frente y que nos ayuda a concentrarnos. Es también el área del cerebro que más nos distingue de otros mamíferos. Pero es a la vez la más nueva, y por lo tanto, la primera en decaer con la edad.

Una nueva inteligencia

El panorama, sin embargo, no es tan negro. Los avances de la ciencia han permitido rescatar el cerebro de la mediana edad. El principal descubrimiento ha sido que entre los 40 y los 60 las habilidades cognitivas siguen creciendo. El cerebro de la mediana edad es "una contradicción". Pues mientras algunas partes dejan de funcionar tan bien como antes, otras lo hacen mejor.
-En la mediana edad somos mejores para entender situaciones, podemos juzgar mejor el carácter o si alguien es buena o mala persona. Tomamos mejores decisiones financieras y enfrentamos mejor los grandes problemas: ¿Qué debiéramos hacer con Afganistán? ¿Cómo lidiar con la globalización? Esas son el tipo de preguntas a las que el cerebro maduro responde muy bien. Es bueno en las funciones más potentes -dice Strauch desde el New York Times.


En su libro cita una investigación de la psicóloga de la Pennsylvania State University Sherry Willis, quien junto a su marido, K.Warner Schaie, trabaja desde 1956 en el Seattle Longitudinal Study, que ha seguido la evolución cerebral de seis mil personas durante más de 40 años. Los participantes se someten a una serie de tests cada siete años. Estos han demostrado que las personas entre 40 y 60 años tienen mejores resultados en los tests que los que obtenían cuando más jóvenes. En lógica, vocabulario, memoria verbal y habilidades espaciales, funcionan a un nivel más alto de lo que lo hacían a los 25.

-Me sorprendió descubrir que el razonamiento lógico aumenta y mejora con la edad. Uno siempre piensa que su momento de mayor inteligencia es mientras está en la universidad y cree que no puede empezar a aprender matemáticas a los 42 o a los 53, pero el córtex frontal sigue desarrollándose -dice.
Otro aspecto que sorprendió a Strauch en su investigación es el concepto de la bilateralización. Cuando uno es joven, explica, usa un lado del cerebro para aprender algo y el otro para recordarlo. Pero los científicos se dieron cuenta de que a medida que envejece, la gente empieza a usar ambos lados del cerebro para las dos tareas. Eso permite que éste trabaje de la mejor manera posible en términos cognitivos.



-Cuando llegamos a la mediana edad, nuestro cerebro ha visto muchos patrones y establecido muchas conexiones. Entonces reconoce más fácilmente los patrones, entiende mejor las situaciones, argumenta y soluciona los problemas más rápidamente y mejor -resume la autora.

La cultura antiedad

La cultura antiedad, asegura Barbara Strauch, ha bombardeado a las personas con mensajes negativos que tienen poco o ningún respaldo científico. Toma el ejemplo del concepto de la crisis de la mediana edad.

-Es un mito cultural. Nos transmiten todo el día la idea de que a esta edad vamos a sentirnos vacíos y en crisis. Las investigaciones muestran que las personas que viven una crisis de la mediana edad son adultos que han tenido traumas durante toda su vida. La etapa de los 40 a los 60 años puede ser muy gratificante, así es que hay que dejar de seguir la cultura que nos envejece, y los mensajes ridículos que nos rodean.

Para empezar, Strauch entrega un dato importante: en la mediana edad, las personas suelen ser más felices. La sensación de bienestar aumenta y alcanza un peak. La observación concreta del cerebro a través de escáneres demuestra que en esa etapa ese órgano responde menos a los estímulos negativos.

-Tiene sentido desde el punto de vista de la evolución, que las personas de más edad sean más entusiastas y optimistas, porque ayuda a todo el grupo a sobrevivir. Probablemente por eso se ha preservado ese hecho -dice Strauch.
Hoy, comenta la autora, la sociedad debiera valorar más el rol de los adultos maduros. Por las características de su cerebro son particularmente hábiles en términos de liderazgo. Sin embargo, son los primeros en partir a la hora de despedir gente.

-Los gerentes se deshacen de los mayores primero diciendo que es porque necesitan cerebros jóvenes, pero la verdad es que es para ahorrar dinero. Hay que dejar de mentir al respecto. La mayoría de los trabajos son complejos y el cerebro maduro lidia muy bien con la complejidad.
Cómo potenciar el cerebro adultoActualmente no existen muchos estudios que respalden los tips de alimentación y ejercicios cognitivos que se recomiendan para mantener el cerebro activo. Pero existen datos concretos respectos a dos factores que influyen en la salud del cerebro.
El ejercicio aeróbico: Según Barbara Strauch, la investigación ha demostrado que hoy hay que pensar en el cerebro como en una especie de segundo corazón. Por eso es importante hacer ejercicio físico que haga que más sangre circule por él y prevenga a la vez accidentes cardiovasculares. "Es bueno caminar tres veces a la semana, por ejemplo. Está demostrado que ayuda a producir células cerebrales y a mantener el cerebro vivo".
El debate:  Sacudir las conexiones del cerebro siempre es bueno, sobre todo en la edad mediana. Por eso, los especialistas sugieren no evitar el debate. La mejor manera de aprender para los adultos es someterse a lo que el experto Jack Mezirow llama "El dilema desorientador", es decir, hacerlos reflexionar de manera crítica. "Hay que hablar con gente con la que uno no está de acuerdo, leer cosas que expanden nuestra visión del mundo. Eso no significa que uno tenga que cambiar su opinión, pero es importante exponer la mente a miradas diferentes y llevarla a pensar de otras maneras. El cerebro está diseñado para hacer eso en la mediana edad, y es para lo cual debiéramos usarlo", dice Barbara Strauch.



Por Daniela Mohor W..
(Revista YA, 21 de junio, 2011)

6.10.2011

Resiliencia y los 33 mineros. LA FE Y LA ESPERANZA SE DESVANECEN

El 13 de Octubre del 2010, al igual que el resto de los chilenos y chilenas CEANIM celebró con alegría y emoción la salvación de los 33 mineros, rescatados de la mina San José.


Posterior a esta situación, se publicaron diversos artículos, señalando que este suceso mostraba con claridad la “Resiliencia” de este grupo de hombres.

La mayoría de los pronósticos auguraban una vida feliz para todos ellos, habían renacido y eran una muestra viva de Resiliencia. Lo que si era claro, que mientras estuvieron en la mina se gestó un proceso de Resiliencia Comunitaria, observándose mecanismos protectores como son liderazgo, creatividad, sentido del humor, fe, solidaridad, organización, trabajo en equipo y colaborativo, entre otros.

En CEANIM, surgieron nuestras dudas pues se vislumbró que por el uso y abuso mediático de la experiencia de los mineros, este proceso de Resiliencia Comunitaria se desvanecería una vez que ellos retomarán su vida cotidiana. Con los festejos, algarabía reinante y los distintos roles que estos mineros asumieron inmediatamente después de su rescate, no se consideró lo que sabiamente manifestó nuestro maestro y uno de los iniciadores del concepto de Resiliencia Stefan Vanistendael, en correo electrónico del 14 de octubre del 2010, “Felicitaciones por la salvación de los mineros. Intuitivamente pienso que lo más difícil para los mineros, sus familias y amigos ha empezado ayer. Este es el momento de la post salvación física, Una historia muy particular de Resiliencia, esperemos que así sea”.

Con este mensaje, se ratificaron nuestras dudas, sabemos que la sanación física ocurre sólo estrechamente ligada a la sanación emocional, entonces cabe preguntarse ¿se les dio tiempo y espacio a estos hombres para su sanación integral?.

Estas reflexiones surgen nuevamente de la entrevista realizada a José Ojeda Vidal en la Revista del Sábado de El Mercurio ( Reportaje de Gazi Jalil, 21 Mayo 2011), que nos interpela como sociedad con su nueva frase “No estamos tan bien los 33”…

Chile perdió el respeto por la vida de estos mineros y nos preguntamos ¿Es esto Resiliencia o el aborto de dicho proceso?.

MARÍA ANGÉLICA KOTLIARENCO A. – IRMA CÁCERES O.
JUNIO 2011.