4.21.2010

Intervenciones Efectivas: La resiliencia como enfoque de intervención familiar. Abril, 27, 08:30 a 18:00 Universidad SEK, Catedral Nº 1712 sala 503







La resiliencia se transforma en una competencia clave en el mundo laboral

La capacidad de sobreponerse a situaciones adversas es una virtud que las empresas buscan y promueven, siendo extremadamente importante a la hora de retener talentos, según un estudio de la consultora Accenture.


por Jorge English G.


Tras el terremoto, muchas plantas productivas en Chile quedaron funcionando a medias. Y sus gerentes de operaciones enfrentaron mucha presión: tenían que cumplir con compromisos comerciales y hacer andar las fábricas lo antes posible. La dificultad era que enfrentaban serias posibilidades de que el resultado no fuera del todo satisfactorio. Para tener éxito, debían transmitir optimismo y seguridad a sus equipos y jamás dejarse derrotar por los problemas. De esta forma, la resiliencia, o la capacidad de sobreponerse ante la adversidad, se transformó en una competencia clave.

Esta catástrofe es un ejemplo de cómo las empresas buscan cada vez más esta virtud. Los desafíos de la globalización, de ser cada vez más eficientes y rápidos, llevan a valorar a quienes ven en los e mbates una oportunidad. Tanto así, que un estudio de la consultora Accenture a nivel internacional reveló que el 71% de los líderes de empresas en el mundo cree que la resiliencia es extremadamente importante a la hora de retener talentos. "Se ha transformado en la competencia crítica en las organizaciones", sostiene Andrés González, Senior Manager Talent & Organization Performance de Accenture. Además, el informe revela que el 53% de las empresas considera que las mujeres son muy resilientes, contra el 50% que percibe lo mismo en el caso de los hombres.


Sin embargo, Amparo Carmona, socia directora de la consultora de recursos humanos BC&B, apunta que las empresas chilenas aún no se fijan en la resiliencia como tal. En cambio, sí dan relevancia a muchas características asociadas. "Se busca gente con alta autoestima, creativa, independiente y autónoma", resume. "Esas competencias hacen que la persona sea resiliente", agrega.


La psicóloga Paulina Barros, consultora de empresas y docente del diplomado de Consultoría y Coaching de la Universidad Alberto Hurtado, señala que la resiliencia ha comenzado a estar presente en las conversaciones acerca de la gestión de personas, pero aún no se incluye como rasgo o competencia en los perfiles de cargo. "En selección o desarrollo de personal se establecen como prioritarias las conductas eficientes frente a situaciones de presión y/o adversidad, que son la esencia de la resiliencia, pero aún no se dice 'quiero ejecutivos resilientes'", dice.


Clave entre directivos


Claramente, donde más se necesitan personas con esta virtud es en las posiciones directivas, ya que un liderazgo que genere un clima positivo lleva a que la organización, en general, esté más preparada para superar los embates, afirma Carmona. Para Barros, la resiliencia es un requisito en los emprendedores, las gerencias y niveles ejecutivos, ya que "deben motivar e inspirar a los grupos a cargo, así como las áreas de venta y de desarrollo, en las que es tan importante la tolerancia a la frustración y la persistencia frente a obstáculos", sostiene. González, en tanto, afirma que las personas resilientes tienen la capacidad de descomprimir las situaciones problemáticas hacia abajo, por lo tanto sus equipos responden mejor. Añade que existen herramientas como el assessment, que permiten detectar su presencia en una entrevista de trabajo o durante la vida laboral. En el primer caso, se puede pedir a la persona que detalle episodios de su vida laboral o se le pregunta qué haría ante una situación determinada. También existen situaciones simuladas en las compañías, con actividades grupales fuera de la empresa (outdoor training), donde se puede ver el rol que adopta la gente en situaciones difíciles.


La buena noticia es que si bien la resiliencia es una característica de personalidad y es difícil enseñarla, se la puede reforzar. "Hay que dejar que la creatividad tenga su espacio y evitar que la organización castigue el fracaso", expresa Teresa Barrientos, también socia de BC&B. González va más lejos: para él, las organizaciones pueden desarrollarla explicando de qué se trata, y ofreciendo a las personas oportunidades para que la apliquen y muestren resultados. Incluso, dice, se puede medir, estableciendo y definiendo objetivos.


La Tercera, Domingo 18 de Abril de 2010.

4.06.2010

El desembarco de la generación I

Nuevo libro estadounidense:


El desembarco de la generación I Son niños que nacieron a fines de los 90' y después del año 2000, y su modo de pensar está influenciado por las "i". "I" de iPhone, de iPod, de iPad, de Wii.

La pequeña Gracia, de siete años, odia ir al dentista. Para recompensarla por su valentía de ir, se le ofrece que elija su panorama favorito a modo de premio. ¿La respuesta? Que la dejen usar el laptop de la hermana mayor. "¿Puedo comer mi hamburguesa, mientras uso el computador y prendo la tele al mismo tiempo?", pregunta. Acto seguido se pone a escuchar Beyonce en iTunes, a revisar su perfil en Facebook, a activar un juego de dinosaurios, mientras la televisión sigue encendida. En total, tiene tres ventanas abiertas en la pantalla del notebook, Disney Channel sintonizado y comida rápida entre sus manos. En un par de años más, Gracia será parte de la llamada iGeneration, es decir, todos aquellos niños que nacieron a fines de los noventa y a partir del año 2000 y que tienen la asombrosa capacidad del multitasking, o sea, de hacer cinco, seis e incluso nueve tareas al mismo tiempo. De manera simultánea. Sin perder la concentración. Conexión total, las 24 horas del día. Los siete días de la semana. Estamos hablando de chicos que son fruto de los iPhone, los iPod, los iPad, los Wii, el iTunes y todo aquello que tenga una letra "i" como protagonista. "I"de individuo, "i" de "yo" en inglés. Tecnologías que fueron concebidas a la medida del consumidor y que están cambiando, claramente, el modo en que los niños piensan y lo que esperan del mundo en el que viven.

El doctor estadounidense Larry D. Rosen, psicólogo y académico de la Universidad de California, acuñó el concepto de la iGeneration y ha estudiado la influencia de las herramientas tecnológicas en niños y adolescentes durante los últimos 25 años. El martes pasado lanzó en Estados Unidos su último libro titulado "Rewired: understanding the iGeneration and the way they learn", donde aborda esta tendencia. En entrevista exclusiva con Revista Ya, Rosen plantea una analogía de cómo la brecha generacional se ha profundizado. "Tomemos el caso de una niña de 14 años con su mamá de 40. La diferencia entre ambas radica en que la madre usa la tecnología como una herramienta para conseguir algo. Se mete a la red para ver su correo electrónico y ésa es su meta. Busca la dirección de algún lugar o para revisar el clima, el supermercado o recetas. En general la madre hace muchas cosas a la vez, pero sólo algunas involucran tecnología. Luego tienes a su hija, conectada las 24 horas del día, quien no piensa en la tecnología como una herramienta para nada, ve la tecnología como su vida, como su aire: no pensamos en el aire que respiramos y ella no piensa en la tecnología que usa; es parte de ella".

Tres mil mensajes de texto al mes

Uno de los rasgos fundamentales de los niños de la iGeneration es que conciben las tecnologías como una extensión de ellos mismos. Sienten, socializan y se inundan de información con ellas. No pueden dejar de usarlas ni dejarlas fuera de la sala de clases. Ni hablar de controles parentales: esta generación se ingenia sí o sí para acceder a todo lo que le apetezca, dice el doctor Rosen.

"Con esos 'candados virtuales' lo único que estarás diciendo es que no confías en tus hijos. Y la confianza es algo muy importante. Uno de los principales capítulos de mi anterior libro, 'Me, MySpace and I', fue un modelo llamado 'Talk for trust', donde la clave es la confianza. Vas a confiar en que se porte bien y él va a confiar en que no vas a espiarle el iPhone o el Blackberry".

Los niños de la iGeneration ven poca televisión, y si lo hacen, es a través del streaming que les proporciona internet. Quieren todo al tiro y la palabra paciencia no existe para ellos. Tienen menos conciencia de lo privado. Casi no se comunican "cara a cara" y prácticamente no usan el teléfono fijo. Mandan miles de mensajes de texto al mes. Están recibiendo más información que cualquier otra generación anterior. "El año pasado, durante un huracán que hubo en Virginia, Estados Unidos, hubo un apagón por cuatro horas. Mis estudiantes más jóvenes me mandaban mensajes de texto preguntándome cómo estaban las cosas. Yo les respondía que estaba todo bien, pero que no me mandaran más mensajes porque no podía cargar mi celular y quería conservarlo operativo lo más que pudiera, y lo que hacían era mandarme otro mensaje nuevo; simplemente, no podían dejar de hacerlo".

Lo que el doctor Rosen describe se llama texting, otra práctica característica de la iGeneration. "Hablamos de adolescentes que mandan, en promedio, tres mil mensajes al mes. Y los padres pagan por ellos. Les compran planes ilimitados de mensajería de texto que cuestan 20 dólares al mes".

Mediante el texting, los jóvenes no sólo han encontrado una nueva forma de comunicarse, sino que también han desarrollado un lenguaje exclusivo, lleno de palabras cortas, símbolos y abreviaciones. Rosen apunta: "Hay investigación nueva que muestra que el solo hecho de escribir, no importa cómo -aunque sea de manera corta, con abreviaciones o como sea-, no daña la escritura, sino que ayuda a desarrollar un nuevo tipo de ella. Incluso algunos estudios revelan que esta práctica contribuye a una mejor expresión del adolescente al momento de redactar un ensayo. Sorprende, pero es verdad".

La revolución en las aulas

El doctor Rosen se define a sí mismo como un admirador de la iGeneración, y desestima las críticas que se le realizan a estos niños, como que tienen menos habilidades sociales que sus antecesores, un vocabulario más limitado y menos capacidad crítica. Al contrario, afirma que estos adolescentes están socializando más que nunca, comunicándose más que nunca, leyendo más que nunca y adquiriendo capacidades que antes no tenían. Todo de un modo diferente al pasado. "Hoy, al contrario, tenemos la oportunidad de expandir las mentes de los niños, y eso tenemos que lograrlo". Otra crítica a esta generación es que al querer respuestas y resultados de manera inmediata, no ha sido capaz de desarrollar valores como la paciencia o la tolerancia a la frustración. "Ése es el mundo que hemos creado nosotros los adultos y les hemos entregado a nuestros niños, y no tiene que ver con esta generación. Yo recomiendo que los papás hablen con sus hijos y les enseñen la distinción entre la inmediatez que nos entrega la tecnología y los tiempos que transcurren en la vida real". Dice que los niños también necesitan aprender que el hecho de estar "detrás de la pantalla" no significa que puedan decir cosas hirientes a las personas. "Los padres tienen que enseñarles que las relaciones, incluso aquellas que existen en línea, son con personas reales que tienen sentimientos reales".-¿Qué impactos positivos y negativos tienen estas tecnologías en ellos?-Hay mucha más conexión de niño a niño, son capaces de hablar más electrónicamente y buscar información de manera más fácil. Están capacitados para vivir una vida muy rica en términos de escritos, investigaciones, búsquedas, porque es lo que internet permite hacer. Pero también hay aspectos negativos, uno de los cuales -y del que se habla mucho- es que internet crea adicción. El problema es que no siempre le asignamos porciones de tiempo al uso de la tecnología, al igual como existe un tiempo para hacer tareas, hablar con los papás, tener suficientes horas de sueño, mantenerse alejados de las bebidas energéticas y del café. Pero creo, que sumando, hay más aspectos positivos.

Por lo anterior, Rosen asegura que los hábitos de consumo tecnológico de la iGeneration favorecerán la aparición de nuevas técnicas educativas en las salas de clases. "Una sugerencia para los profesores es que les den a sus alumnos trabajo en clases en que necesiten usar internet o teléfonos inteligentes para encontrar información sobre temas específicos. Por ejemplo, el terremoto en Chile. Los estudiantes pueden formar grupos para encontrar aspectos precisos de información e incluso, si es posible, pueden mandárselo como mensaje de texto al profesor o en el pizarrón, donde será desplegado. O simplemente pueden hablar sobre lo que encontraron. Esto le aporta al profesor nuevas posibilidades para enseñarles a sintetizar la información y entenderla más profundamente, porque los alumnos ya hicieron el trabajo inicial de leer el contenido y revisarlo en vez de tener que escuchar una clase expositiva del profesor sobre ese mismo contenido".

También recomienda que los alumnos construyan sus propias páginas de MySpace o Facebook o creen redes sociales para publicar y debatir la información que están aprendiendo. "Los teléfonos inteligentes y la internet sólo están limitados por la capacidad del profesor de idear estrategias de uso de estas herramientas. Y la mejor fuente para ayudarlos a pensarlas, son los mismos alumnos".Señala a modo de ejemplo que ya existen en el mercado varias aplicaciones educativas y gratuitas para uno de los equipos favoritos de la iGeneration, el iPhone: lectores de libros, métodos para aprender inglés, programas para grabar las clases, pianos virtuales que enseñan cómo tocarlos y un largo etcétera. Rosen lo ve claramente. "Es una generación completamente nueva que los profesores todavía no terminan de entender. Aún tenemos problemas para averiguar cómo educarla de la mejor manera. Hablamos de una generación conectada en línea, entonces no podemos pedirle que haga una sola cosa a la vez; es decir, que ellos estén sentados escuchando a un profesor. Los educadores tienen que darse cuenta de que estos niños realmente necesitan ejercer el multitasking. De otro modo, se morirán de aburrimiento".



Por Natalia Núñez. Revista Ya, El Mercurio, martes 6 de abril 2010

4.04.2010

Boris Cyrulnik, padre de la resiliencia: Las claves para superar una catástrofe

martes 16 de marzo de 2010.

El destacado neuropsiquiatra francés desembarca en Chile para exponer en un seminario de la Universidad Católica sobre cómo salir fortalecido de una catástrofe. Sabe que llega en el momento justo para entregar sus consejos: "Cada país dañado no será más el mismo porque la herida está en la memoria... La cultura chilena cambiará", asegura.

Por Natalia Núñez. Una cosa es superar la adversidad y otra muy distinta es salir fortalecido de ella. ¿Cómo se logra eso? ¿Cómo después de un remezón como el que vivió Chile se puede recuperar la normalidad?


Dicen que siendo resilientes.

El destacado neuropsiquiatra, psicoanalista y etólogo francés Boris Cyrulnik, autor de exitosos libros como "Los patitos feos" o "Autobiografía de un espantapájaros", es hoy considerado "el padre de la resiliencia", el concepto acuñado por la psicología para hablar sobre la capacidad de las personas para recuperarse pese a la adversidad que viven. Un tema muy contingente en el Chile del Bicentenario.

Boris Cyrulnik hacía meses que tenía agendado un viaje a nuestro país para hablar sobre este tema, sin imaginar la relevancia que adquiriría. Precisamente llega estos días para exponer en el seminario que se realizará este jueves 18 y viernes 19 en el Centro de Extensión UC, organizado por la Escuela de Psicología de esa casa de estudios bajo el título "La resiliencia humana en las catástrofes naturales, terremotos, maremotos y otros".


En un comienzo, explica, la resiliencia era entendida como un cúmulo de cualidades, pero ahora se ha descubierto que se trata de un proceso de interacción, es decir, se encuentra en permanente desarrollo, siempre en relación con la afectividad, las emociones y el encuentro con otras personas. "Lo que yo soy, interactúa con lo que tú eres. La resiliencia no es yacer cordialmente, es interacción", precisa Boris Cyrulnik al teléfono desde la ciudad de Toulon, en el sur de Francia, donde realiza gran parte de su investigación.

Últimamente, además, se ha acuñado el término de "resiliencia comunitaria", que describe la capacidad de los pueblos, especialmente de los países en vías de desarrollo, para superar crisis y catástrofes, tales como inundaciones, terremotos o ciclones. Entre sus pilares se menciona la autoestima colectiva, la identidad cultural, la honestidad, la solidaridad y el liderazgo comunitario.Con este significado aclarado, el experto entrega su diagnóstico sobre la situación puntual por la que atraviesa Chile: "Aquellos que están en el real epicentro del sismo están choqueados por la realidad: han tenido muertos, heridos, están pobres. Sin embargo, aquellos que están lejos se encuentran más traumatizados psicológicamente, porque precisamente estando lejos del centro de la catástrofe es donde podemos localizar los desórdenes traumáticos. Aquellos que están lejos del "corazón" de la catástrofe son o están más abandonados, y la soledad es el principal factor estresante. Los damnificados no están solos: los bomberos, los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas, las enfermeras, los psicólogos, hay un montón de gente que está girando en torno a ellos. En la realidad, ellos están más heridos, pero no en lo que es la "representación" del terremoto. Ahí es lo opuesto: aquellos que están lejos, menos dañados en la realidad, están más ansiosos".

Boris Cyrulnik dice que luego de circunstancias difíciles las personas viven además un proceso de replanteamiento total. No es raro, por ejemplo, que la gente retome contacto con personas con las que estaba enojada o peleada, o que las personas se cuestionen sus permanencias en sus trabajos. "Antes de la catástrofe tienes un tipo de vida y después de ella vives de otro modo".

-¿Es Chile un país resiliente?

-Los chilenos pueden convertirse en personas resilientes. No lo eres durante toda tu vida, pero puedes convertirte en alguien resiliente si comienzas otro tipo de desarrollo porque estás seriamente herido. Cada país que ha sido herido o dañado es conducido a un cambio: no será más la misma cultura porque la herida, el desastre, está en su memoria. El terremoto es una oportunidad para evolucionar.

Vaticina que las nuevas generaciones tendrán un rol fundamental. Que después de un trauma como éste, los niños madurarán más rápido. Que entenderán el desastre natural y se sentirán orgullosos de haber sobrevivido a un tsunami y de vivir en un país con una costa tan fecunda. "Los niños se van a convertir en especialistas en terremotos, en solidaridad, en océanos, en psicología. La cultura chilena cambiará".

"La soledad atrofia las neuronas"

En las jornadas de resiliencia en que participará, Boris Cyrulnik expondrá los casos de las erupciones volcánicas ocurridas en Italia (Etna, 2002) y Grecia. "En Italia, después de las erupciones volcánicas pudimos notar que aquellos que tenían acciones encomendadas, como cargar piedras, llevar pan o agua o simplemente llenar papeles, es decir, que ejecutaban alguna tarea, habían tenido menos secuelas psicotraumáticas que aquellos que estuvieron demasiado protegidos. Nos dimos cuenta de que realizar acciones, actividades, son los mejores tranquilizantes".

Boris Cyrulnik sabe de soledades y de llantos. Porque, tal como aparece en sus libros, cuando él tenía seis años y huyó de una improvisada prisión nazi en una sinagoga de Burdeos, comenzó un largo deambular de orfanato en orfanato en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. No le gusta profundizar en su experiencia personal, pero sí cuenta que está preparando un libro con estas vivencias de niño que debería ver la luz a mediados de este año.

Si bien una situación límite, tal como estar en un campo de concentración siendo un pequeño, puede servir para ilustrar un tipo de resiliencia, señala que una guerra y un terremoto nunca son comparables. ¿La razón? Las personas perdonamos a una catástrofe natural, pero revivimos incesantemente la agresión de un grupo humano. "Tú, como persona, eres menos culpable en un desastre natural, te sientes menos agredido y menos herido que frente a un desastre humano (por ejemplo, una guerra). En el desastre humano yo estoy solo, perdí mi familia, mi casa, mi dignidad. En cambio, el desastre natural no es intencional. El desastre humano sí lo es: siento que alguien quiere destruir mi dignidad, mi familia y mi casa".

El experto dice que luego de una circunstancia adversa, la soledad es un factor de riesgo importante a la hora de levantarse y reponerse. "Tú estás más herido cuando estás solo y estás menos dañado cuando te hallas rodeado de emociones y significados. Las emociones, los afectos, el amor, hacen más fácil el camino; si estás seguro gracias a lo que te entregan otros, el estrés es minimizado y acallado. Te sientes más tranquilo cuando estás junto a amigos o personas significativas que proporcionan una base segura, la ansiedad disminuye".

En buenas cuentas, una persona sola, aislada, tiene menos posibilidades de salir adelante. Incluso, biológicamente hablando, la soledad trae consecuencias. Así lo explica Cyrulnik: "La soledad es un ataque directo contra las neuronas, y en Francia tenemos algunos equipos de investigación que pueden probar que la soledad produce atrofia en las neuronas, y que si hablas con alguien estando en interacción, esa atrofia desaparece".

Palabras clave: afectos y significado

El psiquiatra apunta dos conceptos: el "colchón" de afectos y el darle significado a la circunstancia dolorosa, dos herramientas fundamentales para reconstruirse desde la devastación. En ese sentido, asegura, "es más fácil darle un significado a un desastre humano: se actúa por circunstancias históricas, por política, filosofía, psicología. En cambio, es más difícil darle un sentido a un terremoto".


En la Edad Media, por ejemplo, cuando había un desastre natural, la principal explicación radicaba en Dios, el demonio o los chivos expiatorios. "Es muy peligroso sindicar chivos expiatorios como responsables de un desastre. ¿Quiénes son los responsables de un terremoto? ¿Es el demonio? ¿Es lo desconocido? ¿Es el hombre que no tiene el mismo color de piel que el mío? ¿Es el extranjero? Pero en la era moderna, en un país moderno, tú estás obligado a buscar otro significado

Qué consejos son determinantes en este sentido?

-Hay muchas determinantes. Cuando eres más joven, la resiliencia neuronal es más fácil que cuando eres mayor. Después de un terremoto, la solidaridad y las acciones son los factores más importantes. La solidaridad incluso es muy simple; si alguien está cerca mío, puedo tener esperanza. Porque si me siento abandonado, no hay esperanza. Con el solo hecho de estar cerca de una persona herida es suficiente para comenzar a tener esperanza: sólo con un café, con una frazada, cosas muy simples, pero necesarias que quieren decir 'no estás solo, no estás abandonado, vamos a hacer algo"'.

-Un estudio reciente dice que el 35% de la población chilena tendrá un estrés postraumático. ¿Cómo se supera?

-Dependerá de tres factores. Primero, cómo fueron los afectos, los cariños, las redes sociales antes de la tragedia. Si antes las personas tuvieron afectos seguros, tendrán confianza y se sentirán confiadas. Tendrán una buena mentalización; la esperanza permanecerá en su mente. Segundo, cómo fueron los afectos durante el cataclismo. Si hay una familia fuerte, presente, sin enfermedades, será más fácil comenzar el desarrollo de la resiliencia; también es importante considerar qué tipo de estructura tiene la agresión: si ésta es repentina, es menos comprometedora que si la agresión es lenta, porque de este modo puedes pensar en ella mucho tiempo. Y tercero, cómo son los afectos luego de la agresión: si estás rodeado de gente, podrás darle un significado al dolor, será más fácil convertirse en un resiliente.


Por Natalia Núñez.

Sustos infantiles después del terremoto: ¿respuesta saludable o síntoma de trastorno psicológico?

En estos días, posterior al terremoto que azotó a una extensa región de nuestro país, muchas madres y padres sienten preocupación porque sus hijos/as pequeños – y hasta los no tan “chicos” – manifiestan temor o ansiedad, en especial al caer la tarde, cuando se acerca la noche. En esta ocasión me voy a referir a los niños y niñas cuyas familias u hogares no han padecido de manera traumática el terremoto, pero que igualmente han sido afectados/as.Cuando la experiencia ha significado daños y/o pérdidas hay que considerar variables más complejas que ameritan una intervención especializada.Las manifestaciones son diversas, desde llanto fácil, resistencia a irse a dormir, aferrarse a personas más cercanas, pesadillas u otros comportamientos propios de niños de menor edad, como mojar la cama, pasarse a la pieza de sus padres, etc.


La anticipación de que algo peligroso e incontrolable pudiese volver a ocurrir es esperable y hasta saludable en la medida que alerta al propio niño y le lleva a buscar protección y apegarse a sus personas más confiables o cercanas emocionalmente. Puede entenderse entonces como un mecanismo psicológico beneficioso que ayuda a afrontar el estrés, elaborar una experiencia “límite” para el/la niño/a y que posibilita que una persona adulta tome consciencia de la necesidad de ese pequeño/a de ser contenido física y emocionalmente, validando esta necesidad y ofreciéndole “cobijo” acorde a su edad y maduración.


Recordemos que los ritmos de desarrollo y las características individuales permiten una amplia diversidad de expresión de necesidades psicológicas. Por ende, no hay una única buena receta para todos los niños aunque provengan de una misma matriz cultural y tengan igual edad. No obstante considerar lo anterior, como precaución para evitar soluciones simplistas, los principales ingredientes de cualquier “pócima” eficaz para calmar miedos son:


-Validar el susto: escuchar, observar, atender y transmitir respeto ante la respuesta temerosa del niño. NO NEGARLA, BURLARSE, NI MINIMIZARLA.


-Ayudar a que el niño o niña pueda comprender lo que le sucede. CON PALABRAS SENCILLAS, JUEGOS, RELATOS ACORDES AL NIVEL DE DESARROLLO COGNITIVO DE CADA NIÑO/A.


- Darles la información que ellos requieren o nos solicitan – ni mas ni menos - y no negar, como adultos, nuestras propias debilidades. Vale decir, asumir que también “pasamos susto”, que no somos infalibles, pero que a pesar de eso podemos protegerles y ofrecerles seguridad.- Normalizar su experiencia: todos sentimos miedo, es natural que luego de un terremoto quedemos “nerviosos”, preocupados, hiper-alertas, asustadizos, etc. por un tiempo.


-Transmitir esperanza: alentarlo, decirle con seguridad y calidez que se le va a ir pasando, mostrar los avances diarios o de una semana a otra y mientras no pase asegurarle que Ud., y/u las otras personas que le cuidan habitualmente, estará presente para acogerle, protegerle y calmarle.


- Ayudarle a salir de su experiencia de temor: en el contexto de interacciones amorosas y entretenidas, por ejemplo desarrollando rituales relajadores, participando con el/ella en juegos que le distiendan y le permitan pasarlo bien. En ningún caso hacer “bromas” que provoquen temor.


- Contar con al menos una persona adulta significativa que no esté tan asustada

– o incluso más asustada – que el/la propio/a niño/a.


En caso que los miedos se mantengan o acrecienten en vez de ir aminorando, es recomendable buscar orientación profesional cuanto antes. A fin de prevenir que una respuesta normal, aunque displacentera, ante la catástrofe que hemos vivido, no se transforme en un trastorno que impida el natural desarrollo socio afectivo y escolar de nuestros hij@s.


Cuando los temores deterioran la calidad de vida de una persona, afectando ritmos y rutinas diarias apropiadas a la edad, su alimentación, salud física y relaciones interpersonales es preciso consultar a especialistas.


M. Cecilia Aretio Aguirrebeña
Psicóloga Clínica Infanto - Juvenil
Supervisora Clínica CAP USACH
Docente Facultad Psicología U. Diego Portales