El desembarco de la generación I Son niños que nacieron a fines de los 90' y después del año 2000, y su modo de pensar está influenciado por las "i". "I" de iPhone, de iPod, de iPad, de Wii.
La pequeña Gracia, de siete años, odia ir al dentista. Para recompensarla por su valentía de ir, se le ofrece que elija su panorama favorito a modo de premio. ¿La respuesta? Que la dejen usar el laptop de la hermana mayor. "¿Puedo comer mi hamburguesa, mientras uso el computador y prendo la tele al mismo tiempo?", pregunta. Acto seguido se pone a escuchar Beyonce en iTunes, a revisar su perfil en Facebook, a activar un juego de dinosaurios, mientras la televisión sigue encendida. En total, tiene tres ventanas abiertas en la pantalla del notebook, Disney Channel sintonizado y comida rápida entre sus manos. En un par de años más, Gracia será parte de la llamada iGeneration, es decir, todos aquellos niños que nacieron a fines de los noventa y a partir del año 2000 y que tienen la asombrosa capacidad del multitasking, o sea, de hacer cinco, seis e incluso nueve tareas al mismo tiempo. De manera simultánea. Sin perder la concentración. Conexión total, las 24 horas del día. Los siete días de la semana. Estamos hablando de chicos que son fruto de los iPhone, los iPod, los iPad, los Wii, el iTunes y todo aquello que tenga una letra "i" como protagonista. "I"de individuo, "i" de "yo" en inglés. Tecnologías que fueron concebidas a la medida del consumidor y que están cambiando, claramente, el modo en que los niños piensan y lo que esperan del mundo en el que viven.
El doctor estadounidense Larry D. Rosen, psicólogo y académico de la Universidad de California, acuñó el concepto de la iGeneration y ha estudiado la influencia de las herramientas tecnológicas en niños y adolescentes durante los últimos 25 años. El martes pasado lanzó en Estados Unidos su último libro titulado "Rewired: understanding the iGeneration and the way they learn", donde aborda esta tendencia. En entrevista exclusiva con Revista Ya, Rosen plantea una analogía de cómo la brecha generacional se ha profundizado. "Tomemos el caso de una niña de 14 años con su mamá de 40. La diferencia entre ambas radica en que la madre usa la tecnología como una herramienta para conseguir algo. Se mete a la red para ver su correo electrónico y ésa es su meta. Busca la dirección de algún lugar o para revisar el clima, el supermercado o recetas. En general la madre hace muchas cosas a la vez, pero sólo algunas involucran tecnología. Luego tienes a su hija, conectada las 24 horas del día, quien no piensa en la tecnología como una herramienta para nada, ve la tecnología como su vida, como su aire: no pensamos en el aire que respiramos y ella no piensa en la tecnología que usa; es parte de ella".
Tres mil mensajes de texto al mes
Uno de los rasgos fundamentales de los niños de la iGeneration es que conciben las tecnologías como una extensión de ellos mismos. Sienten, socializan y se inundan de información con ellas. No pueden dejar de usarlas ni dejarlas fuera de la sala de clases. Ni hablar de controles parentales: esta generación se ingenia sí o sí para acceder a todo lo que le apetezca, dice el doctor Rosen.
"Con esos 'candados virtuales' lo único que estarás diciendo es que no confías en tus hijos. Y la confianza es algo muy importante. Uno de los principales capítulos de mi anterior libro, 'Me, MySpace and I', fue un modelo llamado 'Talk for trust', donde la clave es la confianza. Vas a confiar en que se porte bien y él va a confiar en que no vas a espiarle el iPhone o el Blackberry".
Los niños de la iGeneration ven poca televisión, y si lo hacen, es a través del streaming que les proporciona internet. Quieren todo al tiro y la palabra paciencia no existe para ellos. Tienen menos conciencia de lo privado. Casi no se comunican "cara a cara" y prácticamente no usan el teléfono fijo. Mandan miles de mensajes de texto al mes. Están recibiendo más información que cualquier otra generación anterior. "El año pasado, durante un huracán que hubo en Virginia, Estados Unidos, hubo un apagón por cuatro horas. Mis estudiantes más jóvenes me mandaban mensajes de texto preguntándome cómo estaban las cosas. Yo les respondía que estaba todo bien, pero que no me mandaran más mensajes porque no podía cargar mi celular y quería conservarlo operativo lo más que pudiera, y lo que hacían era mandarme otro mensaje nuevo; simplemente, no podían dejar de hacerlo".
Lo que el doctor Rosen describe se llama texting, otra práctica característica de la iGeneration. "Hablamos de adolescentes que mandan, en promedio, tres mil mensajes al mes. Y los padres pagan por ellos. Les compran planes ilimitados de mensajería de texto que cuestan 20 dólares al mes".
Mediante el texting, los jóvenes no sólo han encontrado una nueva forma de comunicarse, sino que también han desarrollado un lenguaje exclusivo, lleno de palabras cortas, símbolos y abreviaciones. Rosen apunta: "Hay investigación nueva que muestra que el solo hecho de escribir, no importa cómo -aunque sea de manera corta, con abreviaciones o como sea-, no daña la escritura, sino que ayuda a desarrollar un nuevo tipo de ella. Incluso algunos estudios revelan que esta práctica contribuye a una mejor expresión del adolescente al momento de redactar un ensayo. Sorprende, pero es verdad".
La revolución en las aulas
El doctor Rosen se define a sí mismo como un admirador de la iGeneración, y desestima las críticas que se le realizan a estos niños, como que tienen menos habilidades sociales que sus antecesores, un vocabulario más limitado y menos capacidad crítica. Al contrario, afirma que estos adolescentes están socializando más que nunca, comunicándose más que nunca, leyendo más que nunca y adquiriendo capacidades que antes no tenían. Todo de un modo diferente al pasado. "Hoy, al contrario, tenemos la oportunidad de expandir las mentes de los niños, y eso tenemos que lograrlo". Otra crítica a esta generación es que al querer respuestas y resultados de manera inmediata, no ha sido capaz de desarrollar valores como la paciencia o la tolerancia a la frustración. "Ése es el mundo que hemos creado nosotros los adultos y les hemos entregado a nuestros niños, y no tiene que ver con esta generación. Yo recomiendo que los papás hablen con sus hijos y les enseñen la distinción entre la inmediatez que nos entrega la tecnología y los tiempos que transcurren en la vida real". Dice que los niños también necesitan aprender que el hecho de estar "detrás de la pantalla" no significa que puedan decir cosas hirientes a las personas. "Los padres tienen que enseñarles que las relaciones, incluso aquellas que existen en línea, son con personas reales que tienen sentimientos reales".-¿Qué impactos positivos y negativos tienen estas tecnologías en ellos?-Hay mucha más conexión de niño a niño, son capaces de hablar más electrónicamente y buscar información de manera más fácil. Están capacitados para vivir una vida muy rica en términos de escritos, investigaciones, búsquedas, porque es lo que internet permite hacer. Pero también hay aspectos negativos, uno de los cuales -y del que se habla mucho- es que internet crea adicción. El problema es que no siempre le asignamos porciones de tiempo al uso de la tecnología, al igual como existe un tiempo para hacer tareas, hablar con los papás, tener suficientes horas de sueño, mantenerse alejados de las bebidas energéticas y del café. Pero creo, que sumando, hay más aspectos positivos.
Por lo anterior, Rosen asegura que los hábitos de consumo tecnológico de la iGeneration favorecerán la aparición de nuevas técnicas educativas en las salas de clases. "Una sugerencia para los profesores es que les den a sus alumnos trabajo en clases en que necesiten usar internet o teléfonos inteligentes para encontrar información sobre temas específicos. Por ejemplo, el terremoto en Chile. Los estudiantes pueden formar grupos para encontrar aspectos precisos de información e incluso, si es posible, pueden mandárselo como mensaje de texto al profesor o en el pizarrón, donde será desplegado. O simplemente pueden hablar sobre lo que encontraron. Esto le aporta al profesor nuevas posibilidades para enseñarles a sintetizar la información y entenderla más profundamente, porque los alumnos ya hicieron el trabajo inicial de leer el contenido y revisarlo en vez de tener que escuchar una clase expositiva del profesor sobre ese mismo contenido".
También recomienda que los alumnos construyan sus propias páginas de MySpace o Facebook o creen redes sociales para publicar y debatir la información que están aprendiendo. "Los teléfonos inteligentes y la internet sólo están limitados por la capacidad del profesor de idear estrategias de uso de estas herramientas. Y la mejor fuente para ayudarlos a pensarlas, son los mismos alumnos".Señala a modo de ejemplo que ya existen en el mercado varias aplicaciones educativas y gratuitas para uno de los equipos favoritos de la iGeneration, el iPhone: lectores de libros, métodos para aprender inglés, programas para grabar las clases, pianos virtuales que enseñan cómo tocarlos y un largo etcétera. Rosen lo ve claramente. "Es una generación completamente nueva que los profesores todavía no terminan de entender. Aún tenemos problemas para averiguar cómo educarla de la mejor manera. Hablamos de una generación conectada en línea, entonces no podemos pedirle que haga una sola cosa a la vez; es decir, que ellos estén sentados escuchando a un profesor. Los educadores tienen que darse cuenta de que estos niños realmente necesitan ejercer el multitasking. De otro modo, se morirán de aburrimiento".
Por Natalia Núñez. Revista Ya, El Mercurio, martes 6 de abril 2010