3.18.2011

CONFERENCIA CLAVES PARA LA INTERVENCION EN RESILIENCIA

Santiago, 6 de Abril 2011, de 09:00 a 16:00 horas.

AUDITORIUM DE LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL SEK,
FERNANDO MANTEROLA 0789, PROVIDENCIA.

Un importante desafío a la hora de implementar políticas públicas y programas sociales, es generar instrumentos de intervención que apunten a fortalecer las dimensiones de la resiliencia, de manera que tanto profesionales como educadores sociales, puedan desarrollar intervenciones integrales para potenciar la calidad de vida de las personas. 
Se presentarán las claves para realizar intervenciones en Resiliencia dirigida a profesionales que trabajan en el área social, comunitaria y educativa.


PANELISTAS
Ps. Pablo Marassi
Ps. Eileen Patricia Bórquez Azócar
Ps. Nataly Isabel Céspedes Escobar
Ps. Ana María Giovanna Dagnino Brito
Ps. Javiera Alejandra Valenzuela Estibill
Pamela Saavedra
David Carrasco
Marcel Rossé




En este evento, se realizará el:
LANZAMIENTO DEL
MANUAL PARA INTERVENCION EN RESILIENCIA:

Sesiones Grupales y Familiares.


Y contaremos con la participación de sus autores
Eugenio Saavedra G., Ph.D.
Felix Arévalo R.,
Leonardo Gajardo T.,
Lisette Riveros R.,
Cyndy Toledo S.


$12.000 – (Valor lanzamiento)
INSCRIPCIONES: http://inscripcion.ceanim.cl/




Informaciones en:

CENTRO DE ESTUDIOS Y ATENCION DEL NIÑO Y LA MUJER (CEANIM)
Nueva de Bueras 180, Santiago Centro (Sector Plaza Italia)
Fono: 6330514
Email: ceanim@resiliencia.cl

3.16.2011

"Radiografía a la pareja del siglo XXI", capítulo 1:

Revista YA, 8 de febrero 2011

La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro después de acontecimientos desestabilizadores y de traumas graves. En este ensayo, la psicóloga Paula Serrano revela que esta capacidad también puede aplicarse al amor: las parejas resilientes son las únicas capaces de superar el desencanto, las desavenencias y los conflictos que amenazan a la relación con el paso del tiempo.



Por Paula Serrano, psicóloga. El gran experto en resiliencia, Boris Cyrulnik, dice que son resilientes los que aun son capaces de maravillarse. Como el dolor y la alegría no son puros, en el dolor habría que ser capaz de recordar que la alegría está por ahí, que ya aparecerá, que no se ha ido para siempre. Y viceversa.


Tal vez lo más importante en una pareja de largo aliento sea este aspecto de la resiliencia. Cuando el amor decae, cuando el otro nos parece intolerable, cuando las razones por las que lo elegimos parecen lejanas o han desaparecido -en apariencia-, aun entonces, si esperamos con paciencia o hacemos los movimientos adecuados, la maravilla vendrá. Y esa mujer, o ese hombre, tendrá un atisbo de ese alguien que vuelve a emocionar a su pareja. Basta eso: un pequeño puente que permita pasar al lado de la maravilla, que es sin duda el lado del amor. Si vivimos en esa búsqueda, si creemos que la mayoría de nosotros somos resilientes, entonces no agravaremos las desavenencias. Los malos momentos no tienen que convertirse en una guerra, las distancias no tienen por qué agrandarse. De esa manera, la escalada del desamor se detendrá o ni siquiera comenzará. La pareja puede estar a salvo de la erosión que cada pelea, cada crisis, cada descalificación, cada distancia profunda produce en la relación. Resiliencia y comunicación:Dejar de lado la agresión


Son resilientes las parejas que distinguen los niveles de contenido y de relación en su comunicación.

En toda comunicación hay dos niveles que están presentes: uno se llama el nivel de contenido y el otro, de relación. Esto significa que si estamos discutiendo, por ejemplo, del cambio climático con nuestra pareja, estamos siendo pareja con historia, rabias, protecciones y amores, y estamos también siendo personas informadas y racionales que podemos tener posturas distintas. Él dice que el cambio climático es una invención de los medios y de los organismos internacionales. Ella dice que no es así, que basta vivir las diferencias en las estaciones cada año para saber que el clima ya no es tan estable como fue antes.

En el nivel de contenido, uno puede llegar a acuerdos, puede no hacerlo, puede postergar la conclusión y no tendría por qué producirse un conflicto. Pero ella puede sentir que históricamente él la ha descalificado por desinformada o por ingenua, y está cansada de eso porque le parece arrogante e injusto de su parte. Es más, ella piensa que es más inteligente que él, que siempre lo fue y que lo ha protegido por muchos años para que no se sienta inseguro. Entonces esta diferencia puede convertirse en una guerra. Es la relación la que está en juego, no el contenido. Sólo que eso no se comunica, sólo se habla del cambio climático. Pero ella está cada vez mas enojada porque él no la escucha, y él siente que no quiere seguir hablando porque le aburre el tema y trata de terminar este diálogo. Nada contra ella: es el tema lo que le da lata. Pero lo hace de tal manera que refuerza la sensación histórica de ella de no ser importante cuando se habla de cosas que no sean los niños o la casa, e insiste en seguir esta conversación.

Vemos que en esta forma de comunicación, que es patológica en el sentido de que lo que pasa no es lo que pasa, está cargada de sentidos ocultos, no conduce sino a la agresión o a la distancia. Si ella fuera capaz de comunicar en algún momento que conversar con él se hace más y más difícil porque ella no tiene opinión válida, entonces podríamos hablar de una comunicación sana. O si ella comprende que el cambio climático en realidad no le interesa a él, y deja que la conversación termine sin acuerdos. Resiliencia y respeto:Una pareja, dos mundos

Es resiliente la pareja que considera activamente que su mundo interno es sólo suyo, diferente del de su pareja, y que en el amor pueden compartirse algunos aspectos de la subjetividad, no todos.

El amor que nos venden en la publicidad, en los malos libros y en los cuentos infantiles, no es el amor del matrimonio. Si todas las relaciones en la vida son difíciles, ¿por qué no una relación que se define por el amor? Algunos dicen, justamente, porque si hay amor es más fácil. No es necesariamente así. Porque también es verdad que si hay amor, hay más peligro de dolor. Y esta sola posibilidad, la de perder el amor, es ya infinitamente dolorosa y atemorizante, y si le agregamos que perder el amor puede ser perder a la familia, la verdad es que el miedo aumenta porque en esa relación se juegan muchas cosas.

Si el amor es una gran aspiración (en particular es así entre las mujeres), cargamos al amor con una expectativa muy grande y creemos que no estaremos solos ni a cargo de nosotros mismos porque estamos "enamorados". Es verdad y también no lo es, como siempre. Cuando un par de enamorados decide casarse y ser pareja para toda la vida, se juntan dos historias que hasta entonces fueron muy distintas. Aunque las familias se conozcan y sean parecidas, aunque hayan ido al mismo colegio, aunque todo parezca tan armónico, y con mayor razón si no lo es, la verdad es que ese hombre y esa mujer tienen historias subjetivas muy distintas. Y esas historias pueden haber sido compartidas, pero el problema es que el mundo subjetivo no es enteramente consciente, por lo tanto no es enteramente compartible. Hay muchas cosas que nunca comprenderemos del otro al que amamos. Tener eso presente puede ser una regla de oro. Hay que asumir que habrá aspectos del otro que sólo podemos aceptar y nunca comprender. Es difícil porque parece la negación del amor, pero es así.

Las parejas resilientes, por ejemplo, saben que hay peleas que no vale la pena dar. Punto. Porque están perdidas, porque crean niveles de conflicto absurdos en relación a su importancia. Sueltan. Aceptan. Aprenden de la experiencia. No insisten. Saben que tener razón no es importante cuando se enfrentan a fuerzas del otro que sólo pueden ser explicables a través de su historia, de sus miserias, de sus miedos desconocidos. Y porque aman dejan pasar y no dan las peleas inútiles.

En otras palabras, el significado de las cosas puede ser muy distinto entre los miembros de una pareja y no siempre será posible ponerse de acuerdo. Hay algo muy amoroso en aceptar el misterio del otro. En comprender a tiempo que habrá cosas que tocarán ciertas teclas en el otro que éste no controla. Es una linda manera de proteger al otro de sí mismo, de sus lados peores, y de protegerse también uno mismo.

Resiliencia y vínculo: Amantes, amigos, socios

Son resilientes las parejas que no cuentan sólo con el amor y la familia para mantenerse como pareja: han tendido puentes diversos para el encuentro, porque el amor no basta.

La amistad es un gran puente. Hay parejas cuyos miembros son amigos además de amores. No estamos hablando de ser mejores amigos ni amigos íntimos necesariamente. Hablamos de la amistad. Esa relación maravillosa y escasa donde podemos compartir sin rendir cuentas, donde lo que decimos no será usado en nuestra contra. Este es probablemente el puente más importante en la resiliencia de las parejas. Se puede agregar la amistad al amor. Hay amigos que sin necesidad de conversar algunas cosas, comprenden sus necesidades más básicas e intentan cubrir esas necesidades. No las cobran, no las hablan, las entregan. Esos son los buenos amigos. Con sus amores, pueden hacerlo o al contrario, negarlo. Dependerá de cuán amigos sean. Las personas son más solas de lo que sospechamos detrás de sus defensas y el amor a veces nos hace defendernos mucho, porque creemos que necesitamos mantener una cierta dignidad, unos ciertos estilos, un cierto poder frente al ser amado, para que nos siga queriendo. Hay hombres y mujeres que comprenden muy temprano en el amor que las necesidades de cada uno no son equivalentes y que ser buenos amigos es un remanso del amor que hace bien. No se trata de proteger al otro desde la arrogancia de la omnipotencia, ni de sacrificarse por el otro para después cobrar. Se trata de que así como hay amigas a las que les exigimos en el corazón que nos perdonen todo, a otras les exigimos que nos ayuden, a otras que nos comprendan, a otras que nos acompañen a ser madres, etc. Si revisamos con cuidado nuestros verdaderos amigos o amigas, veremos que las exigencias que tenemos para cada uno/a son diferentes. Sin embargo, al amor le exigimos todo. Mala idea. Podemos exigir ser únicos, pero no podemos tener la expectativa de que un pobre ser humano, porque es nuestro amor, satisfaga todas nuestras necesidades y resentir que no sea así.

Resiliencia y sexualidad:Impulso + ternura

Son resilientes las parejas que combinan el sexo con la ternura, de manera que el contacto físico permanezca aun en los tiempos cuando la pasión desaparece o pierde fuerza.

La pasión es un impulso, un instinto, una necesidad biológica, una explosión y una recarga de energía. Y es también una necesidad para hacer posible la reproducción y una forma física de amor y compromiso. Pero la pasión, como toda energía, se cansa, se agota. Parece a veces perderse entre tanta cosa práctica y tantos tiempos compartidos. El matrimonio y la fidelidad han puesto a prueba a la biología. Porque no se supone que alguien se apasione con el mismo otro por años y años. Por lo tanto, hay que ayudar a la pasión.

Hay parejas que lo saben. Se dan tiempo para estar solos y gozar de ambientes diferentes de su casa y de su cama y de su rutina de siempre. El solo cambio de escenario ayuda a que la mujer parezca una nueva mujer o el hombre un nuevo hombre.

La ternura es un puente maravilloso hacia la pasión. En estudios realizados a parejas de más de 25 años de matrimonio, quedó de manifiesto que las parejas que tienen espacios de ternura física tienen también una vida sexual más duradera y satisfactoria. Parece evidente que si dos cuerpos se acercan con frecuencia, en algunos momentos podrá brotar la pasión. En cambio, si sólo se tocan sexuadamente cuando quieren hacer el amor, el otro queda condicionado a que cada acercamiento tiene un final conocido. Y lo predecible es el peor enemigo de la pasión. Se puede tener conductas sexuadas sin excitación sexual. Una pareja puede besarse sexuadamente cuando se encuentra en la cocina, mientras lavan los platos, o dormir a veces muy cerca uno del otro, o tocarse en la ducha sólo por amor, por compañía, por cercanía, por ternura. Y esos pequeños encuentros sexuados los hacen pareja, y facilitaran la relación sexual en algún momento.

Enojarse, sentirse, porque no somos lo que fuimos para el otro, es inútil. Es creer que el amor es pasión siempre y que deberíamos poder apasionar al otro cuando se nos dé la gana. Los hombres sufren de las negativas femeninas, y las mujeres de los tiempos en que sus hombres parecen haber olvidado que ellas son atractivas. Las parejas resilientes provocan la pasión, no dan por sentado que ella se producirá a través de los años como el primer día. Tampoco crean rutinas, sino que cuidan los tiempos en que están solos y tienen pequeños encuentros sexuados cada día a través de la ternura propia de un hombre y una mujer que se quieren.

Ser resilientes depende de muchas cosas, pero cada uno puede descubrir sus aspectos resilientes. Y más importante aun, la resiliencia no existe sino con otro que nos reconoce. Y eso es, por definición, ser pareja. Ser con otro.
"Las parejas resilientes saben que hay peleas que no vale la pena dar. Punto. Porque están perdidas, porque crean niveles de conflicto absurdos en relación a su importancia. Sueltan. Aceptan".


"Las parejas resilientes provocan la pasión, no dan por sentado que ella se producirá a través de los años como el primer día. Tampoco crean rutinas, sino que cuidan los tiempos en que están solos".

"El discurso del rey" y la resiliencia

Revista Ya, La mujer y su mundo, martes 15 de marzo de 2011.


"El príncipe tenía la capacidad de vencerse, pero no podía hacerlo sin otro que pusiera palabras a su daño y a su miedo. El príncipe necesitaba compartir, en una relación, no en un papel, su historia. Necesitaba a otro que hizo posible que la resiliencia se hiciera realidad".

Esta película, ganadora de varios Óscar, es una historia de resiliencia. Dos elementos producen esta capacidad de vencer la adversidad. Uno, la rebeldía de un príncipe que sufre y que quiere vencer ese sufrimiento que lo define y lo limita. El otro, la presencia de un alguien que está dispuesto a escuchar sin juicios y que cree en él, sin negar la realidad del impedimento que le produce frustración y rabia.

El rey ha vivido un trauma en su infancia; a los cinco años empieza a tartamudear, su padre lo provoca y lo ridiculiza por no poder vencer esta condición, y su hermano mayor, el futuro rey de Inglaterra, hace de este defecto un motivo de burla constante. El príncipe crece y sufre, pero arma una familia y estudia los asuntos de Estado, a pesar de ser "una vergüenza" en algunos sentidos para la familia real. Su tragedia está agravada por un mundo de protocolos donde su condición de víctima nunca es enfrentada. Y entonces, aparece este hombre, un hombre cualquiera, un sobreviviente del exilio y la pobreza, que entabla con él la primera relación de amistad verdadera. Este hombre, Lionel, se niega a tratar al paciente como figura real, insiste en una relación de igualdad y en que se respeten sus términos. Había aprendido con los prisioneros de guerra que tenían dificultades para hablar, que había que ir más al fondo, que esto no era sólo un problema de lenguaje.

Lentamente, el príncipe empieza a hablar de sí mismo, de su vida, y empieza a hacer y a decir lo que nunca antes se atrevió. Es en este momento que habría que detener la película y definir la resiliencia. El príncipe tenía la capacidad de vencerse, pero no podía hacerlo sin otro que pusiera palabras a su daño y a su miedo. El príncipe necesitaba compartir, en una relación, no en un papel, su historia. El príncipe necesitaba a otro, y este Lionel fue el otro que hizo posible que la resiliencia se hiciera realidad.

Para los que muchas veces preguntan qué es esta nueva palabra, la resiliencia, aquí está la respuesta. Hay que ver la película y entonces resulta fácil comprender.