4.01.2011

Entrevista al ministro de Mideplan luego del anuncio de la primera etapa:

Kast y su nuevo paradigma en la lucha
El mercurio Domingo 27 de marzo




A pocos días del anuncio del ingreso ético familiar, el titular de Mideplan defiende la iniciativa que entrega bonos de $7.500 por persona, entre otras asignaciones. Señala que este proyecto rompe con los dogmas de izquierda y derecha sobre pago de subsidios. Y se desmarca de las críticas que dicen que esto es una continuidad de las políticas de la Presidenta Bachelet.






Juan José Lyon Nuño El miércoles pasado el Presidente Sebastián Piñera y el ministro de Mideplan, Felipe Kast, lanzaron la primera etapa del programa de ingreso ético familiar -llamado Asignación Social- que comenzará regir a partir del próximo 1 de abril.


A pesar de que todavía no ha entrado en vigencia, la iniciativa no ha estado exenta de controversias. Desde su sector, el ministro ha sido cuestionado por impulsar una medida que choca con la doctrina clásica de la derecha, y que se ha criticado siempre, como son las transferencias de dinero. Se le critica al gobierno también que ésta sería una medida populista, que sigue con las políticas de entrega de bonos de la administración de la Presidenta Bachelet, y desde la centroizquierda sus líderes han manifestado sentirse decepcionados de que el Gobierno haya decidido no comenzar por un subsidio al empleo.


Esta primera etapa consiste en una transferencia monetaria directa a las familias más vulnerables del país que formen parte del Sistema de Protección Social "Chile Solidario" y que se encuentren en situación de extrema pobreza. El monto a pagar varía entre $4.500 y $7.500 dependiendo del estrato en que se encuentre la familia, además de una asignación de $5.000 por cada menor, si es que cumple con las exigencias de acreditar una asistencia a clases superior al 85% y control en el consultorio al día.


La medida también contempla un bono de $5.000 por la formalización laboral de la mujer, beneficio que se prolongará sólo por tres meses.


-¿Le complica que en su sector se considere que esto es algo que no debiese estar haciendo un gobierno de centroderecha?


-Mis mandantes son los 700 mil chilenos que siguen esperando una solución para salir de sus angustias, y eso me lo ha dejado en claro el Presidente desde el primer minuto.


-Hay sectores que opinan que medidas como ésta podrían generar dependencia y un desincentivo al trabajo debido el ingreso extra. ¿Cual es su visión al respecto?


-Lamentablemente, en nuestro país aún persisten diversos dogmas en la derecha y en la izquierda. Lo primero que debemos romper es la creencia de que la pobreza está asociada a falta de esfuerzo y que, en consecuencia, cualquier ayuda por parte del Estado generaría dependencia. Eso es completamente errado y así lo demuestran los estudios de última generación.


En Chile existe un temor infundado por ayudar a las personas que viven en situación de pobreza, y esto se basa en la idea reduccionista de que la pobreza está altamente impactada por la falta de esfuerzo. Los estudios internacionales muestran lo contrario: para generar movilidad social debes combinar las transferencias con mecanismos de habilitación: Una sociedad de seguridades que vaya de la mano de una de oportunidades, que es lo que está en el centro de la política social de este gobierno.


"Esto no es un bono"


-El Gobierno asegura que no es "bono abril" porque la transferencia está condicionada a ciertas metas. Pero, según sectores críticos, éstas ya la cumple la mayoría de las personas en situación de pobreza. ¿Se está camuflando el otorgamiento de un bono con una condicionalidad que pareciera ser mínima?


-Quien dice que la condicionalidad es mínima, se equivoca. A no ser que considere irrelevante el que 10 de cada 100 niños abandonen la escuela, que es lo que hoy sucede, y que constituye el mayor atentado contra la sociedad de oportunidades. Tener una deserción escolar del 10% equivale a decir que estamos condenados a vivir con un 10% de pobreza como piso y eso es algo que no vamos a permitir. Por ello estamos exigiendo un 85% de asistencia a clases, lo que es pionero en Chile.


Adicionalmente, y como otra muestra de que la condicionalidad es alta, se piden los controles de salud al día para los menores de seis años y, por primera vez, Chile Solidario introduce una condicionante asociada a la inserción laboral de la mujer.


-¿Le molestan las críticas a esta iniciativa?


-Críticas podemos tener muchas, pero lo importante es entender que acá hay dos alternativas: o nos sentamos a esperar que las cosas se arreglen por chorreo, o nos tomamos seriamente la responsabilidad moral de terminar con la dicotomía de tener un país que por un lado crece al 6%, y, por el otro, haya 700 mil chilenos que sigan esperando una respuesta para salir de la pobreza extrema, similar a la de un país como el Congo.


No sólo creo en esta estrategia, sino que estoy convencido de que es el camino correcto para saldar la enorme deuda social que tenemos con Chile. Júzguennos al término del período de este gobierno, ésa será la hora de nuestra verdad.


-¿Está consciente de que esto es una continuación de las prácticas realizadas por Michelle Bachelet, que llevó la repartición de bonos a un alto número y que la derecha criticaba por no atacar el problema de raíz?


-La "Asignación Social" no es un bono y tiene pocas similitudes con un beneficio de esa índole: esto es una solución que genera un apoyo mensual, con condicionantes asociadas a la promoción social, en el marco de un programa de apoyo psicosocial como es el caso de Chile Solidario. Ninguno de estos elementos estuvo presente en los bonos que se entregaron por una sola vez.


Lo que sí es cierto es que esta política demuestra que la protección social no es patrimonio de un sector político, sino un valor compartido en la sociedad chilena. El desafío ahora es complementar la protección social con la promoción social, generar seguridades y al mismo tiempo generar oportunidades y movilidad social.


-Algunos podrían interpretar que esta es una medida mediática que busca sólo ganar tiempo en un año sin avanzar en la promesa de fondo del Gobierno.


-Si esa hubiese sido la estrategia, entonces habría sido más conveniente optar por un nuevo bono marzo, aún con un crecimiento esperado del 6%, y no dar la pelea por una solución a un problema estructural, como es el caso de la pobreza extrema.


No estamos en el servicio público para marcar en las encuestas, sino para hacernos cargo en forma responsable de las deudas sociales que siguen pendientes en nuestro país, y que desgraciadamente todavía son muchas.


Los dogmas que rompe el ingreso ético


-¿Cambió de mirada en esto de entregar dinero y lo que siempre ha opinado la centroderecha?


Más que un cambio de mirada, lo que hay es ocupar la evidencia empírica y rigurosa que existe para poder hacerse cargo de este problema. Porque si yo simplemente me quedo de brazos cruzados esperando que el chorreo o que el empleo solucione el problema, es posible que me pase 10 años.


Hoy en día los estudios internacionales de mayor categoría te dicen que no solamente tienes que enseñar a pescar, porque hay veces que enseñar a pescar toma tiempo, sino que también tienes que entregar pescado. Porque en el fondo, una familia que está sin poder alimentarse con tranquilidad, es muy difícil que pueda salir adelante y que pueda pensar en el futuro.


-¿Hubo un cambio de mirada entonces?


-Efectivamente, sacar adelante este proyecto significa convencer a muchas personas que no han conocido estos estudios de última generación y que siguen pensando en esta mirada dogmática de que cuando tú ayudas a una familia en situación de pobreza extrema, sigues pensando en forma equivocada que esa familia no se va a esforzar.


El incentivo efectivamente te podría generar trampas de pobreza; es decir, yo te voy a quitar los beneficios si te va bien. Pero muy distinto es: te voy a dar un beneficio que te va a permitir sacarte la soga del cuello, de la angustia que tienes hoy día, y esos beneficios, si a ti te va bien, van a permanecer como una herramienta, y esto va en el proyecto de ley que transforma al Chile Solidario para que se haga cargo de ese proceso habilitador.


-Sectores de gobierno esperaban iniciar el programa con un estímulo al empleo en vez de transferencias monetarias. ¿Decidieron empezar con la nombrada asignación por razones políticas?


-Decidimos derrotar la pobreza y en eso hemos estado trabajando, con fuerte convicción política. Pero no partimos con un bono, porque la "Asignación Social" no es en absoluto un bono: es un sistema de transferencias condicionadas, que combina un elemento de protección social con uno de promoción, porque no se puede superar la pobreza sin un piso mínimo garantizado.


Si queremos obtener resultados, no podemos seguir haciendo más de lo mismo y debemos tener valentía política. Lo que viene ahora es transformar la "Asignación Social" en un elemento estructural de la política social del Estado de Chile, y para ello enviaremos un proyecto de ley al Parlamento, que estamos seguros, tramitaremos con eficacia, porque la clase política chilena ya ha demostrado que actúa con altura de miras frente a las necesidades de los más vulnerables.


-La gente de su sector le critica que este tipo de medidas son las que históricamente han rechazado. ¿Qué opina al respecto?


-Sin lugar a dudas que en la centroderecha existen sectores que son muy temerosos, y que en ese sentido son muy conservadores, y que no quieren tomar riesgos. A ellos los tengo que convencer de que esta propuesta no sólo es positiva, sino que está completamente alineada con la creencia de nuestro sector. Y de que no vamos a generar ninguna trampa de pobreza. Ese sería el peor favor que le podríamos hacer a Chile.


En Chile estamos llenos de dogmas falsos, y uno justamente es ese, la idea de que una transferencia a una persona que vive con 80 mil pesos y la llevas a 120 mil pesos esa familia se relaja y es floja. Ese supuesto es lo menos riguroso que hay; más aún, es una falta de respeto para las familias chilenas. Ninguna familia con 120 mil pesos hoy en Chile se queda tranquila.


Me he reunido con varios diputados, que tenían estos temores, y les he tenido que pedir que lean y estudien la evidencia empírica que hay en esta materia. Y al mismo tiempo me he comprometido con ellos a que efectivamente nunca vamos a renunciar a tener una política habilitante y que en el proyecto van a venir condiciones más exigentes como también va a venir una reforma al Chile Solidario que nos permita soñar con que el día de mañana ninguna familia siga en condición de pobreza extrema.


-¿Y de las críticas que provienen de la Concertación?


-En sectores de la Concertación, la crítica que he visto, por ejemplo, de la ex ministra Hardy, es de por qué no damos más. Y yo justamente le pregunto a ella, ¿por qué no dieron más? Si sabíamos hace rato que las transferencias condicionadas eran un mecanismo que debía funcionar.


Entonces, efectivamente la pregunta relevante aquí es: ¿cuál es el objetivo? Y el objetivo que nosotros tenemos es terminar con la pobreza extrema. Creemos que este primer paso es enorme. Va a lograr un antes y un después. Creemos que lo que va a empezar el primero de abril no es un piloto, es una primera etapa de algo muy grande.


-Se dice que Chile Solidario no logró una de sus misiones centrales, que era insertar a la familia en el mercado del trabajo. ¿Arregla ese problema la actual asignación?


-Efectivamente, Chile Solidario falló en dos dimensiones: no logró que los beneficiarios aumentaran sus ingresos insertándolos en el mercado del trabajo, y frente a ese déficit no fue capaz de reaccionar en forma efectiva, como lo estamos haciendo ahora, con un mecanismo de transferencias condicionadas. Eso constituye una deuda social de la que hay que hacerse cargo con sentido de urgencia.


Lo que estamos haciendo con la Asignación Social, que es el primer paso hacia el Ingreso Ético Familiar, es algo que debimos haber hecho hace ya cinco años: implementar un sistema de transferencias condicionadas como complemento al Chile Solidario, solución que ha mostrado ser exitosa en países como México y Brasil.


-¿Hubo unanimidad en el apoyo a esta iniciativa dentro de su ministerio?


-Absolutamente, porque la iniciativa logra cuatro objetivos que eran complejos de conseguir con un instrumento. Primero, logra dar una solución inmediata a quienes no han salir de la pobreza extrema. Segundo, evita generar distorsiones en el mercado laboral, como ocurriría de haber optado por una fórmula que interviene el salario mínimo. Tercero, porque tiene un componente de promoción social que ataca directamente a la deserción escolar, que es probablemente el primer paso para asegurar una vida continua en pobreza. Y cuarto, porque entrega un incentivo a las mujeres que logran insertarse en el mundo laboral, y esa era una señal que queríamos dar desde el comienzo.


-Cuando esté listo el proyecto de ley de sueldo ético, ¿le ve viabilidad política? ¿No cree que se le pueda ir de las manos en la discusión parlamentaria?


-Esperamos ingresar el proyecto de ley durante el primer semestre, y generar los acuerdos políticos que demuestren una vez más la calidad de nuestra clase política. Estoy seguro de que tendremos un apoyo transversal, porque la lucha contra la pobreza no es patrimonio de un sector político, sino un imperativo moral que nos atañe a todos.


-Su padre, que también fue jefe de cartera en Mideplan, afirmaba que las medidas para superar la pobreza dependían en parte de la seriedad con que éstas se tomaran. Y esta semana usted anuncia una medida que aún no está respaldada por un proyecto de ley y cuyas repercusiones están siendo ampliamente criticadas. ¿Qué opinaría su padre de estas transferencias de dinero anunciadas?


-Mi padre tenía una frase que nunca olvido: "No es el desarrollo en sí mismo lo que se persigue, sino que este desarrollo esté concebido como un medio para alcanzar los valores superiores del hombre. Por lo tanto, es tan importante lograr el desarrollo, como conseguir que todos y cada uno puedan disfrutar de él".


En su tiempo, él la llevó a la práctica realizando el primer mapa de la extrema pobreza, y luego implementando políticas sociales que pudieran hacerse cargo de las necesidades básicas de millones de chilenos. Hoy estamos repitiendo ese esfuerzo colectivo, esta vez para que todos tengan, por el solo hecho de ser chilenos, la tranquilidad de que sus hijos no tendrán que vivir en pobreza extrema.


Estoy seguro de que el día miércoles cuando anunciamos esta medida estaba muy cerca nuestro, acompañándonos en este importante primer paso hacia conseguir el sueño que siempre tuvo y que nos ha sido esquivo:, construir una sociedad más justa.