7.07.2011

Revelan la forma en que las personas pueden influir y alterar los recuerdos de los otros

La presión social logra que un hecho inexistente se grabe en el cerebro como verdadero:Revelan la forma en que las personas pueden influir y alterar los recuerdos de los otros

Hasta un 70% de las veces la persona adopta como propio algo sugerido por los demás, según un estudio con imágenes cerebrales.



SEBASTIÁN URBINA El querer ser parte de la mayoría tiene su costo. Porque al adecuarse a la opinión dominante, las personas pueden estar distorsionando sus propios recuerdos o, incluso, adoptando como suyos algunos que nunca vivieron.
Y no se trata de estar ante una persona honesta y otra que se miente a sí misma (ver recuadro). Así lo demuestran los mecanismos cerebrales que explican esta situación, los que fueron estudiados en 30 personas con resonancia magnética por investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia, de Israel, y de la University College London, del Reino Unido.


"Sabemos que el hecho de adecuar nuestros recuerdos con los de otras personas es un mecanismo adaptativo, ya que lo habitual es que nos permita corregir los hechos en un sentido positivo en lugar de falsificarlos", dice a "El Mercurio" el doctor Micah Edelson, neurobiólogo que participó en la investigación. Pero la influencia social también puede funcionar en el sentido contrario, haciendo que recordemos algo inexistente o incorrecto.

Falsos recuerdos
Lo importante es saber que los recuerdos no son una fotografía o una grabación de video, que después de un tiempo volvemos a recuperar y siguen idénticos. Por el contrario, "la memoria se va transformando de acuerdo al contexto, por lo que cada vez que recordamos algo esto se va matizando y cambiando", dice el doctor Francisco Aboitiz, director del Centro de Neurociencia de la Universidad Católica.
Este fenómeno toma más fuerza cuando estamos en una reunión familiar o de amigos, ya que son contextos sociales donde muchas veces la conversación gira en torno a recuerdos que vuelven a ser procesados en el grupo, para adquirir nuevos significados. "Esto puede ser positivo para aprender, si después de la clase se reúnen los estudiantes y revisan los contenidos", dice la doctora Lorena Araneda, del Programa de Memoria de la Facultad de Medicina de la UC. Y agrega: "Pero puede ser negativo a nivel legal, cuando el testimonio de un testigo se contamina con el de otros".

El rol de la amígdala
Según lo demuestran las imágenes cerebrales de la investigación, cuando se comparte en grupo se activa el núcleo nervioso conocido como la amígdala, que es la que da el "sello" de credibilidad al recuerdo que los demás proponen para que la persona lo acepte como verdadero. Es lo que muchas veces sucede con las "exageraciones" de quien cuenta una historia, para capturar la atención de quienes escuchan.

Este papel que juega la amígdala era desconocido hasta hoy, ya que sólo se le asociaba al miedo y al estrés.
Pero si la misma persona acepta como verdadero un recuerdo falso que se le propone a solas, por ejemplo a través de la pantalla de su computador, la actividad de la amígdala es baja. En su lugar se activa con más potencia otro núcleo cerebral conocido como el hipocampo, que está a cargo de los recuerdos de corto plazo o pasajeros.

"Somos animales sociales y estamos expuestos a la influencia de los demás constantemente, al punto de cambiar nuestra memoria", destaca Edelson.
"Esto puede afectar los fenómenos sociales; por ejemplo, cómo las personas recuerdan hechos políticos pasados. Así las evaluaciones que hacen se van modificando", dice Aboitiz.

El experimentoLa investigación se desarrolló en cuatro etapas que duraron dos semanas en total. En ella participaron 12 mujeres y 18 varones, todos adultos de alrededor de 29 años.
En la primera etapa del trabajo, los voluntarios vieron un documental en pequeños grupos.

Tres días después, regresaron al laboratorio en forma individual donde se les tomó un test de memoria, acerca de lo que vieron en la película. También debían calificar el grado de certeza que tenían en cada respuesta.
Cuatro días después regresaron al laboratorio a contestar las mismas preguntas mientras eran sometidos a una resonancia magnética funcional. En esta ocasión se les dio a conocer respuestas de otros voluntarios que eran falsas, como forma de manipular. Con la finalidad de conformarse con la opinión ajena, los participantes respondieron el test en forma incorrecta cerca de un 70% de las veces, a pesar de haber respondido bien la vez anterior.
Una semana después se les hizo regresar y se transparentó la manipulación. Al contestar nuevamente el test, el 60% volvió a responder bien, pero un 40% se mantuvo en el error.

(el mercurio, 1 de julio)‏