9.04.2020

SEGUIMOS HABLANDO DE RESILIENCIA

Hablamos de resiliencia en tanto la entendemos como una visión esperanzadora, responsable y respetuosa. Una alternativa al dolor y la adversidad.  Una creación en tanto entreteje recursos humanos internos con externos, recreando y abriendo así posibilidades de cambios positivos y optimistas, (Kotliarenco, 2016).

En un plano distinto, a decir de Ungar (2000):   La resiliencia es un navegar en nuevas corrientes que se presentan como alternativas.  Conducen a puertos distintos, que no son más que oportunidades ya presentes, no reconocidas como tales.
O bien el navegar ocurre en mares conocidos - recreados, o bien desconocidos y potenciales, sembrando en ellos la semilla de positividad.  Será, entonces, el medio circundante, el encargado de hacerla florecer y así crea y recrea, alternativas.  Generándose así una respuesta nueva frente a lo que forma parte de nuestra naturaleza dormida. Este proceso implica, adentrarse en lo conocido y lo desconocido del mundo real e imaginario.   Transformando, recreando y ampliando nuestro potencial horizonte humano, marcado éste por su positividad y dinamismo.

Una concepción del desarrollo infantil

La nueva concepción del desarrollo infantil, producto de la revolución tecnológica, de las teorías más recientes modifican también nuestra comprensión del cambio psíquico en la adultez.

Entrando ya a comprender la matriz intersubjetiva característica de la mente, comenzamos a visualizar la importancia de la interacción permanente entre en “yo y un otro”.
Por último, es necesario destacar la importancia de las etapas pre y post natal en relación al crecimiento y desarrollo de los niños, las modernas técnicas de neuroimagen dieron un acceso directo a la actividad cerebral.  Ahora sabemos mucho sobre la capacidad de los bebes para relacionarse.  En este sentido ideas sobre el desarrollo humano demostraron estar equivocadas.  El psicoanálisis clásico centro su concepción del desarrollo temprano exclusivamente en la regulación fisiológica.  Freud, veía al niño relacionado con otros solo en forma indirecta, secundaria a la satisfacción de sus necesidades y consideraba que éstos permanecían en un estado de indiferenciación durante un período prolongado.  Hoy sabemos que los niños son en realidad muy sociables y como señaló Tomasello en 1999 “los bebes no son solamente sociales, sino que o más bien ultrasociables”.

Lo anteriormente señalado lleva a pensar que ha cambiado la manera en que nos pensamos a nosotros mismos.  El desarrollo humano en todas sus dimensiones sólo puede darse con la mente de otra persona.  Hablamos entonces de una matriz intersubjetiva, con mentes que son mutuamente sensibles.  Cuando dos personas se mueven en sintonía entran una en la mente de otra, así como de la propia mente; es esto lo que se denomina mentalización.


 

Ma Angélica Kotliarenco, Ph.D.

Directora Ejecutiva  CEANIM

Septiembre 2020