María Angélica Kotliarenco A., Ph.D.
https://wwwresiliencia.academia.edu/MKotliarenco
Entre las diversas reflexiones en las que hemos, he estado cobijada estos días, hay algunas que me provocan a compartir con Uds.
No me detendré, en esta ocasión, a citar a los diferentes autores de quienes he aprendido y analizado sus escritos, sus propuestas. Más bien, es este un testimonio "academicista" de lo que he recogido tras 40 años de experiencia trabajando en sectores "donde el dolor, el hambre, el frío, el trago, la droga, la pena, la rabia y el resentimiento DUELEN y mucho."
Desde luego habría más adversidades que nombrar, pero para que, si todos quienes lean estas líneas, las saben, las conocen, las viven o incluso las sufren.
En primer lugar, siendo CEANIM el lugar a través del cual hemos volcado nuestro compromiso social, PERO MÁS importante aún, hemos volcado nuestra acción social, nos permitimos, tener una opinión.
Es así como CEANIM no es otro que un lugar, un centro en el cual hemos centrado nuestras acciones, nuestros dolores y también, y por encima de los anteriores, nuestros amores, nuestros acercamientos, nuestras decepciones, enamoramientos fugaces y no tanto, nuestras esperanzas, nuestra fe e imaginadas expectativas. Y muchas amistades.
CEANIM, desde su gestación optó por centrarse en lo que percibíamos, sentíamos -en ese entonces- era más urgente, más necesario, también más accesible, más receptor, más obediente, más flexible. Y, declaramos como nuestros compañeros de senda los niños y las niñas.
Años más tarde, tomamos conciencia que separar niños y niñas de sus madres/figuras significativas era equivocado, era lento e inconducente. Luego nos dimos cuenta que niños y madres sin familia funcional/disfuncional no constituían el nicho en el cual, en el camino de la vida, se construyen los primeros vínculos, nuestros primeros lazos.
En esto la academia, ha aportado con gran fuerza que, los 6 primeros años de vida constituyen la matriz, el núcleo desde el cual comenzamos a tejer las redes de la subsistencia, del crecimiento y desarrollo. Es decir construimos vida.
Aseguramos las redes y desde allí cuales arrojamos nuestros tentáculos de amistad, de amor, de solidaridad, de convivencia a la vez que de irritación, odio, malestar y rabia, a veces mucha rabia y resentimiento.
Como CEANIM apostamos que barriendo, sacudiendo, limpiando sigilosamente nuestro mirar, ver, escuchar, hablar y actuar se limpiarán muchas emociones, sentimientos y pensamientos. Actuamos, donde lo hacemos, desde hace tantos años, pues nuestra apuesta es al potencial cuya expresión es gatillada, despertada por las oportunidades que nos brinda nuestra mirada, nuestra escucha, por nuestras caricias es decir la sociedad en que vivimos. Y más aún la cultura en la cual hemos vivido desde la gestación misma.
Ese potencial al que apostamos está inserto, enterrado lo que hoy se denomina RESILIENCIA.
Así como difícil es leer y pronunciar este vocablo, difícil es capacitarnos, aprehender los cómo, los cuándo, los por qué y los para que convertir, este potencial en comportamientos plagados de positividad, amor y esperanza prioritariamente.
He mencionado amor, esperanza, fe, positividad pero se me ha descolgado el concepto de PAZ.
La resiliencia nace del encuentro entre seres humanos, de la interacción entre estos. Y, aquí cabe agregar: no es más fácil, desenredado y comprendido que el proceso a través del cual se teje la resiliencia se dé, tenga lugar en PAZ, en la aceptación, en el mirar y en el jugar y acariciarse.
En estos últimos días nos han preguntado, me he preguntado: es que entre los que hemos vivido esta, vorágine contradictoria, nos hemos preguntado es que necesitamos, queremos, buscamos la paz…, hemos construido, acaso, los eslabones, cubierto los pantanos y precipicios para hacerla posible, SI claro que la deseamos.
Por otra parte, más adelante decíamos que la resiliencia se construye entre dos o más, entre grupos y comunidades. Y, ¿entonces permite la violencia, la rabia, la enemistad que ocurra una interacción positiva?
Nosotras como CEANIM apostamos que no. Apostamos a que de esta forma, con esta actitud no pueden interactuar constructivamente dos o más seres humanos. Y, seguimos apostando a que interacción positiva y amante implica PAZ.
Uno de los teóricos que de alguna forma dieron " la luz verde " al concepto de resiliencia nos enseñó hace ya años: que sin la satisfacción de las necesidades mínimas, no es posible comenzar a hablar de resiliencia.
Necesitamos la satisfacción de estas para permitirnos comenzar a hablar de resiliencia.
La no satisfacción de las necesidades básicas conduce, en la mayor parte de las personas: la no-interacción, la no-paz y por último la NO RESILIENCIA.
